martes, 27 de julio de 2010


Restaurante valorado: LA MAISON DE LA FONDUE.
Tipo de cocina: De mercado, con inspiración italo-suiza.
Dirección: C/Bolonia , 26. Tel. Reservas: 658 030 098   Fax. 976 237 411.
Sector Sagasta /Camino Torres.

Fecha: 26 de julio de 2010.

Local céntrico. Ambiente limpio en el comedor. Buena climatización. Agradable decoración en tonos pastel con sillas de madera que combinan con la tarima del suelo. Buena separación entre mesas vestidas con mantelerías de algodón en blanco crudo.

Paso a valorar el menú del día, que consiste en un primero, segundo y postre con pan y bebida por 15 euros (IVA incluido). Se puede elegir entre 4 primeros, 4 segundos y 4 postres.

El vino de Aragón que acompañará los platos es un Castillo Ducay 2009 (de bodegas Gran Ducay. Grupo BSV), de la D.O Cariñena. Un tinto joven elaborado con un coupage de garnacha, tempranillo y cabernet. Servido a temperatura muy correcta 14-15 grados (a destacar). Presenta un color granate con ribete violeta. En nariz es complejo por su variado coupage y muy aromático, con mucha fruta, cierto predominio de la garnacha. En boca resulta fresco, frutoso, sabroso. Goloso. Muy agradable de tomar. Con un paso de boca fácil gracias a unos taninos vivos pero bastante dulcificados a pesar de ser un vino joven. Un Cariñena que sorprende por su complejidad y juventud.

Agua mineral de Solares (Cantabria). Del manantial de Fuencaliente. Brota a casi treinta grados de temperatura. Rica en bicarbonatos, potasio, sílice y magnesio.

Pan: panecillos de baguette. Tierno y abundante.

Aperitivo: la casa obsequia con un aperitivo consistente en una rodajita de pan tostado untado con tomate con una rodaja de longaniza de Graus con una brizna de suave queso rallado. Un detalle agradable. Buen sabor de la longaniza, que se presenta sin planchear.


LOS PLATOS.


1º) Una ensalada de carne fría con foie.

Un mezclum de lechugas (iceberg y roble) con predominio de la primera que se alterna con taquitos de jamón York, tomate troceado, maíz dulce y coronado todo por multitud de láminas de abundante foie de oca laminado y trabajado en crudo. No es mi cuit, sino fresco. Realmente bueno. Con intenso sabor a foie, cremoso y con un buen punto de sal. Se funde en la boca. Excelente. Cantidad del plato más que suficiente, destacando la cantidad de láminas de foie. Presentación sencilla. Un buen aliño a base de un macerado de aceite virgen extra, vinagre de Módena y mostaza que da carácter a una ensalada muy fresca.

2º) Un entrecot de ternera plancha con guarnición.

De aproximadamente unos trescientos gramos en crudo. Carne procedente de San Sebastián. Acompañado de una patata asada con su piel ligeramente gratinada con queso y aliñada con virgen extra. Buena presentación. Un plato con dos texturas (carnosa y suave). Buen punto de plancha y de sal. Una carne sabrosa, sin nada de nervios. Un entrecot de sabor sobresaliente que revela una carne convenientemente oreada. Un buen segundo plato que en cualquier precio medio de carta ya costaría como todo el menú.

Retirada de cubiertos con cada servicio e incorporación de un cuchillo chuletero para la carne con buena capacidad de corte.


Dentro de los primeros se podía, por ejemplo, optar por verdura (judías rehogadas) y otra ensalada diferente. Entre los segundos, huevos rotos con foie y magret de pato en salsa podían constituir otra elección.


De POSTRE.

Opté por una tarta casera de queso con arándanos.

Una porción suficiente en forma de cuña. Una base de pasta brisa sobre la que va el queso fresco, de textura muy cremosa y, al final, la capa de confitura de arándanos. Con un par de nubes de nata batida y una lluvia de canela para terminar de decorar el plato. Una buena presentación para un postre casero, muy tierno y cremoso. Cuatro colores: granate oscuro casi negro (arándanos), blanco roto (queso), blanco nieve (nata) y marrón tostado (canela). Intenso sabor a arándanos.


A modo de resumen, se trata de un menú con una relación calidad-precio notable. Servido en un ambiente limpio y bien climatizado. Sólo por la calidad del foie y la carne merece ya esa calificación. El restaurante, de unas 35 plazas, está especializado en fondues (vocablo que proviene del verbo francés fondre, que significa “fundir”, y que es el plato suizo de queso más típico junto con la raclette); pero en varios platos , así como en el aceite y en los vinos, está presente la identidad aragonesa (como en el risotto con longaniza de Graus) .
Si queremos un cortado (presentado con una buena capa de crema), deberemos añadir 1,50 euros más. El servicio cordial y atento. Vino servido a temperatura óptima y en correctas copas bordelesas.



La Maison de la Fondue

Ubicación y entorno: 9
Ambiente y decoración: 7,5
Cantidad: 7.
Calidad: 8.
Global: 7,8

viernes, 23 de julio de 2010

ORO LÍQUIDO: EL ACEITE DE OLIVA Y SU CATA


ORO LÍQUIDO: EL ACEITE DE OLIVA Y SU CATA


Este oro líquido, que cada día es más apreciado por las saludables cualidades que aporta a nuestro organismo (además de por su característico sabor y aroma), no es otra cosa que el zumo natural de la aceituna en sus distintas variedades. Cuando este zumo está libre de defectos y se ha obtenido a través del prensado del fruto (sin ningún tipo de mezclas ni aditivos), hablamos del aceite de oliva virgen extra. Existen otras categorías de inferior calidad (de oliva refinado, de orujo de oliva) de las que no vamos a ocuparnos: simplemente, saber que están en el mercado, y que ahí el consumidor tiene la última palabra a la hora de decidir su opción de compra.

El olivo, ese árbol de tronco corto, grueso y torcido; de pequeñas flores blancas, y de hojas estrechas y puntiagudas, es originario de Oriente. Hay olivos de cultivo y silvestres. El fruto de éstos últimos (la acebuchina) es una pequeña aceituna que no se utiliza para producir aceite de oliva. Dentro de los de cultivo, tenemos al olivo arbequín (muy cultivado en Cataluña y Aragón) o al manzanillo (el que da la aceituna manzanilla tan típica en Andalucía). En Aragón se cultiva una variedad autóctona llamada empeltre, olivo pequeño que produce una aceituna negra de excelente aroma y sabor frutado ( Bajo Aragón y zona del Moncayo). Cada campaña oleícola produce unos aceites de cualidades diferentes en función de las condiciones climáticas. El sabor de los aceites vírgenes extra varía de unas comarcas olivareras a otras ( por tipo de terrenos y clima ) y también en función de la variedad de la aceituna: arbequina (Cataluña y Aragón), hojiblanca ( Málaga, Córdoba, Sierra de Cádiz, Granada y Antequera ), picual (la más extendida en cultivo: Jaén, Baena, Priego de Córdoba, Sierra Magina; considerada por muchos como la mejor variedad del mundo), cornicabra (Toledo y Ciudad Real; la segunda variedad más cultivada), manzanilla y empeltre (ya explicadas anteriormente), son las más utilizadas en España. Las aceitunas recolectadas a principios de campaña dan como resultado unos aceites de sabor muy intenso: frescos, frutados (es así, y no afrutados, término que se aplica a los vinos) y fragantes.


En la cata del aceite de oliva virgen extra, distinguiremos claramente dos secciones: la percepción de los defectos, y la de los atributos positivos. En ambos apartados, cada defecto o virtud detectada por el catador, será puntuada según su grado de intensidad:

Ausencia total: 0

Casi imperceptible: 2

Ligera: 4

Media: 6

Grande: 8

Extrema: 10


En la hoja de cata, el catador figurará con su número y nombre, y reflejará el código de muestra del aceite que está analizando.

Dentro de la percepción de los defectos, se utilizan los siguientes términos: Atrojado (olor o sabor láctico), moho, avinado o avinagrado, ácido, agrio, borras (si se observan restos de posible suciedad de las cubas o depósitos); metálico, rancio, u otros no tipificados en la hoja de cata.

En la percepción de los atributos positivos, los más importantes son: frutado (que puede ser de matiz maduro o verde), amargo y picante (aunque pueda chocar un poco). También se pueden distinguir matices verdes (a hoja y a hierba), dulces (toffee, crema, vainilla), a frutas maduras (kiwi, fresa, higuera, tomate, almendra), y otros que no estén señalados y quiera añadir el catador. Aunque no lo parezca, resulta increíble la cantidad de matices que un catador experto y entrenado puede llegar a percibir.

El aceite de oliva es un alimento “vivo”. Para preservar su calidad hay que mantenerlo en lugares secos y alejados del calor. Es muy importante no exponerlo de forma prolongada a la luz y el aire si queremos evitar su oxidación y enranciamiento. Desde aquí os animo a que os adentréis en ese interesante mundo de aromas y sabores del aceite. Preparad una buena ensalada ilustrada, regadla con un excelente aceite de Alcañiz (por ejemplo) y disfrutadla, a ser posible, en buena compañía.

martes, 20 de julio de 2010


LA TEMPERATURA DE SERVICIO DEL VINO


Este verano del dos mil diez, que sigue en plena forma cuando escribo este artículo, he vuelto a encontrarme con problemas para poder saborear los vinos tintos a una temperatura correcta para su degustación. Desgraciadamente, esta no es una situación que se produzca de forma anecdótica o aislada en modestos o recónditos establecimientos. Puede ocurrirle en restaurantes muy “chic” o muy “cool”, como se dice ahora; primorosamente decorados y/o abarrotados de público (público que, a lo mejor, luego protesta porque el café estaba demasiado caliente o frío). Cuando uno empieza a encontrarse fresquito, ajeno a las lenguas de fuego que campan a sus anchas por el exterior, el camarero/a llega a nuestra mesa con la botella de tinto. Al tomar contacto con la misma o con su contenido comienza nuestro calvario en sus dos variantes: O está cual consomé al Jerez (“es que lo tenemos a la temperatura ambiente…”responde el camarero/a), o está tan frío que a uno le darían ganas de colocarle un abrigo a medida para que no pillase una pulmonía (“es que, en verano, la gente lo quiere muy fresquito, ya verá como enseguida se pone a temperatura ambiente…” expone el sufrido camarero/a). La tan famosa “temperatura ambiente” suele ser de 22 a 25 grados centígrados en un local con aire acondicionado que esté medianamente ocupado. Si dicho aire no enfría lo suficiente o lo han apagado, ésta puede llegar a 27 o 28 o incluso más. Si tenemos en cuenta que un tinto debe beberse entre los 16 y los 18 grados (y no es por capricho, hay razones de peso para ello que luego veremos), nos encontramos con que puede estar a 8 o 10 grados por encima o (si nos lo sacan frío) de 11 a 13 por debajo de su temperatura de consumo. Llegados a este punto se nos plantean dos pociones:

Opción A (descartable): Tragamos y comemos o cenamos a disgusto nosotros y nuestros acompañantes.

Opción B: Plantamos cara al camarero y le pedimos una cubitera con agua y hielo (el vino necesitará unos 9 o 10 minutos para bajar de 24º-25º a 18º) o una funda helada con la que vestir la botella (esto es menos efectivo y suele hacer falta una segunda). Si nos ha llegado la botella fría (sobre los 5 grados),podemos esperar a que suba por sí sola (le costará un buen rato). Quiero señalar que, aunque suelen plantear menos problemas a la hora de servirlos, los rosados hay que tomarlos sobre los 12 grados, y los blancos entre 6 y no más de 10.

Verdaderamente, no es plato de buen gusto tenerse que enfrentar a un camarero/a para que podamos tomar el vino en condiciones pero, hoy en día, con la variedad de enfriadores, armarios o cavas de conservación de vino que hay en el mercado, es inexcusable que nos sirvan una botella de tinto (ya sea invierno o verano) a una temperatura inadecuada. Hay que tener en cuenta que si ésta es excesivamente elevada (24-25 grados) el alcohol que contiene el vino se evapora demasiado rápido y, si ocurre lo contrario (que la botella está a 5 o 6), el vino “no sabe ni huele a nada” porque las moléculas que contienen el aroma no se volatilizan a temperaturas bajas y nuestro olfato se ve incapaz para captar los agradables efluvios que éste desprende. Al paladar, un tinto frío resultará insípido y carente de vida, mientras que si está demasiado caliente, se nos mostrará excesivamente ácido, pesado y poco agradable. No es de recibo que, por ejemplo, en algunas pizzerías, sólo tengan en carta uno o dos vinos tintos y además nos lo sirvan caliente; que en un restaurante, por el hecho de que tengan un vino en promoción, haya una botella sobre cada mesa desde hace rato que luego nos pretenden servir; o que vayamos a tomar un menú del día y nos lo sirvan con un tinto gélido con la variante añadida de “si quiere le saco una gaseosa del tiempo para que no esté tan frío…”.

Todos estos casos o situaciones son reales y, desafortunadamente, he tenido ocasión de vivirlos en mis propias carnes cada verano. Esperemos que estas líneas hagan reflexionar a quien corresponda y que cada vez se produzcan menos este tipo de incidencias. No obstante, estén siempre con la guardia bien alta.

Les deseo salud y buenos alimentos. Enhorabuena a los que tienen la suerte de comenzar ahora sus vacaciones y, a los demás, paciencia.

DENOMINACIONES Y VINOS DE ARAGÓN


CON DENOMINACIÓN DE ORIGEN: VINOS DE ARAGÓN



Cada día es más frecuente, cuando se habla de alimentos y, sobre todo, si se trata de vinos, aludir al concepto “denominación de origen”. Seguro que, alguna vez, usted se habrá preguntado el porqué de esta terminología. Pues bien, resulta que a finales del siglo XIX, para evitar picarescas y falsificaciones, se fue forjando una reglamentación que garantizase el origen de los vinos. Como resultado, en la Segunda República Española, se crearon las Denominaciones de Origen (D.O.) mediante el Estatuto del Vino. Dicha norma fue elevada a rango de Ley en 1933. El Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes, de 1970, es el que ha estado regulando las denominaciones de origen hasta hace siete años. Por fin, el 10 de Julio del 2003, se promulgó la nueva Ley de la Viña y el Vino. Esta esperadísima Ley (que entró en vigor el 12 de Julio) mantiene a los vinos controlados por estas D.O. como “vinos de calidad producidos en regiones determinadas”. Hay un escalón, cualitativamente inferior, en el que se engloban los llamados vinos con derecho a la mención tradicional “vinos de la tierra”, que equivaldría a los vins de Pays franceses. Luego habría un nivel intermedio entre éstos y los vinos de “denominación de origen”: serían los “vinos de calidad con indicación geográfica. La zona incluida en esta designación, deberá permanecer al menos cinco años en dicha categoría antes de lograr la Denominación. El nivel mínimo del sistema de protección del origen y la calidad de los vinos, sería el de los “vinos de mesa” simples. En el escalón superior nos encontraríamos con los vinos con D.O. calificada y los “vinos de pagos”.

En Aragón, centrándonos en el escalón superior, encontraríamos cuatro Denominaciones de Origen: CALATAYUD, CAMPO DE BORJA, CARIÑENA Y SOMONTANO. La primera, que cuenta con 6.431 has. de viñedo, está ubicada en la parte occidental de la provincia de Zaragoza, y engloba cuarenta y seis términos municipales del Valle del Ebro. Su clima es semiárido y seco, aunque más fresco que Cariñena y Borja, con una temperatura media anual de entre 12 y 14 grados. Los suelos tienen un alto contenido en caliza y están formados por materiales pedregosos acompañados de arcilla rojas. Los cinco o seis meses de heladas y la sequía, actúan como regulador natural de la producción, resultando pocas uvas pero de gran calidad: Garnacha (62%), tempranillo(10%) y algo de mazuela (o cariñena) en tintas, y macabeo (25%) y malvasía, en blancos, son las variedades preferentes. Por recomendar alguno de sus caldos: En tinto joven , un Viñas de Miedes; en crianza, un Marqués de Nombrevilla y, como reserva, un Castillo de Maluenda.

La denominación Campo de Borja, con 7.231 has. de viñedo, soporta un clima continental bastante extremo adornado por el cierzo. Engloba municipios como Pozuelo, Fuendejalón, Tabuenca, Bulbuente,Borja y Tarazona. Sus suelos son calizos, de terraza y arcillo-ferrosos. Como resultado: blancos ligeros, frescos y agradables; rosados sabrosos y frescos, y tintos con predominio de garnacha, aromáticos, afrutados y carnosos. Pueden probar, en blancos, un Viña Collado joven; en tinto joven, un Borsao Primizia; en crianza, un Coto de Hayas. Un Borsao reserva o un excelente Fagus de Coto de Hayas, no le defraudarán en una ocasión especial. ¡Ah!, y no olviden el moscatel de Ainzón.

Cariñena, con 16.717 has., es la denominación con mayor extensión de terreno dentro de Aragón. Ubicada en la provincia de Zaragoza, ocupa el Valle del Ebro y engloba catorce términos municipales entre los que se encuentran: Aguarón, Almonacid, Cariñena, Tosos y Villanueva de Huerva, entre otros. Su clima es continental, con poca lluvia y con cierzo. Sus suelos, pardo-calizos y pardo-rojizos, asentados sobre depósitos rocosos, producen macabeo ( en blanca), y garnacha, tempranillo y mazuela ( llamada aquí cariñena), en tintas. Aunque cuenta con blancos y rosados agradables y afrutados, los tintos son los vinos por excelencia de la zona.

Prueben un Viña Urbezo joven; un Monasterio de las Viñas, crianza, y un reserva de Corona de Aragón. Si quieren algo especial, pregunten por un Care y descubran sus virtudes ustedes mismos. Y si van a tomar pescado o marisco (sí, sí, con un Cariñena), atrévanse con un Urbezo Chardonnay, blanco y joven.

La D.O. Somontano, con ya30 bodegas y 3.344 has. de viñedo, se ubica en la provincia de Huesca en torno a la localidad de Barbastro. La pequeña extensión de viñedo no ha impedido que bodegas como Enate, Viñas del Vero y Pirineos, se hayan ganado el respeto del mercado con vinos excelentes. La zona no ha pasado desapercibida para los inversores y ha crecido enormemente debido a la incorporación de nuevas bodegas durante los últimos años ( como Otto Bestue, Olvena,Ballabriga, Meler, Irius o Lasierra). Con un clima continental, de bruscos cambios de temperatura al final de la primavera y el otoño, y suelos de alto nivel de caliza y buena permeabilidad, podemos encontrar una amplia variedad de cepas: Tempranillo, garnacha tinta, cabernet sauvignon, merlot, moristel y parraleta ( la primera y las dos últimas, autóctonas).

Hay que vivir la experiencia de degustar un blanco macabeo de vendimia tardía de Bodegas Pirineos, con un buen foie; llenarse la boca con la carnosidad y la fruta de un Enate rosado (100% cabernet), o disfrutar de un buen lechazo asado con la compañía de un reserva especial de Enate. Y, si buscan un vino sorprendente para una gran ocasión, atrévanse con un inclasificable Marboré de Bodegas Pirineos.

No cabe duda de que, el vino, es algo vivo. No en vano, evoluciona en botella, crece en potencia y matices, y va madurando hasta su entrega final a nuestro paladar.

Estimados lectores.Amigas y amigos: Sí, el vino vive. Y está más vivo que nunca.

“Larga vida al vino”.

MENÚ EN TIEMPOS DE CRISIS.


COMER DE MENÚ EN TIEMPOS DE CRISIS


¿Recuerdan ustedes cuando pagábamos en los restaurantes en pesetas (y , por ende, en todos los lugares donde adquiríamos un producto o servicio) ? Parece que hace un siglo, pero apenas han transcurrido diez años desde la entrada del euro, nuestra actual moneda.

No se trata de hacer un ejercicio nostálgico, la cosa no va por ahí. Pero convendrán ustedes conmigo en que, con la llegada de la nueva moneda, los precios de la hostelería (y de casi todo) subieron de forma muy abrupta y sin mucha justificación (una caña pasó de costar 100 pesetas a un euro casi de un día para otro; un 66% de incremento). Esto se reflejó también en los precios de la fórmula más habitual y utilizada por todos los ciudadanos a la hora de comer fuera de casa: el menú del día.

Terminó la Expo 2008 (otro factor de subida de precios en hoteles y restaurantes de toda la ciudad), hemos llegado a julio de 2010 y, se preguntarán ustedes, ¿ cómo está la situación ahora mismo en nuestra ciudad ? ¿Hacia dónde vamos?.

No hace demasiado tiempo, la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) situó a Zaragoza como la ciudad más cara para comer de menú del día. Triste podio para nuestra ciudad (por delante de urbes como Madrid, Barcelona o Valencia) en esta ocasión.

La realidad es que, en nuestra ciudad, los menús del día estarían entre los 8 euros (en las opciones más económicas) y menús que pueden llegar a los 25, 30 e incluso 40 euros (y no siempre en restaurantes de alto nivel).

Para los que buscan las alternativas más económicas, piensen que en algunos bares y restaurantes existe todavía la alternativa del plato del día: un plato completo que, acompañado con agua o vino nos puede resultar por un precio inferior al de un menú. Todavía hay locales en el casco histórico y/o en los distintos barrios de nuestra ciudad donde comer de forma casera y barata gracias a esta modalidad. También podríamos elegir un turco (aún sin menú, un kebab de carne de ternera o pollo con ensalada y queso feta es barato, poco graso y sabroso); un menú del día de restaurante chino, el menú o plato del día de un italiano. Algunas casas regionales (a veces un poco ocultas) o mesones con nomenclatura regional (Andalucía, Rioja, Galicia, Soria, Extremadura, etc.) ofrecen también menús económicos en sus restaurantes. También los restaurantes de los centros comerciales que todos ustedes conocen (no quiero hacerles publicidad) pueden satisfacer nuestro apetito por un precio razonable. Les animo desde aquí a que participen y nos cuenten sus experiencias positivas respecto a comer de menú casero y económico en nuestra Zaragoza. Sin ánimo de influirles, puedo nombrarles unos cuantos: El CHZ (restaurante del Centro de Historia de Zaragoza", "Casa Sancho", “Masclaras”, “Triana”, “La Trufa”, “La Galerna”, “Panettone”, Casa Emilio, Faustino, etc.

El plato combinado es otra opción que puede resultar económica (la bebida siempre va aparte) si el combinado se encuentra entre 6 y 8-9 euros.

Conforme los locales incorporan diseño y/o están situados en calles principales, los menús arrancan en unos 12 euros; luego viene un amplio abanico de restaurantes con precios en torno a los 15 y, finalmente, en la frontera de los 18 euros, encontramos el salto al segmento de los restaurantes que elaboran un menú de alta calidad (con mesas bien vestidas, manteles de hilo, vajillas decoradas o de inspiración minimalista u oriental y copas bordelesas) con cocina de autor, y que materializan sus propuestas gastronómicas a partir de los 20 euros (llegando en muchas ocasiones a los 25 e incluso 30 y hasta 45). Sorprendentemente, pueden ustedes encontrar en nuestra ciudad menús de 40 euros (o incluso más) en locales en los que nunca pensarían ustedes en gastarse semejante cantidad en comer de menú diario, con intención de derivar al comensal a la opción de carta. Otra cuestión muy diferente (y que merecería un artículo aparte) son los menús de noche, los de precio cerrado para cenar o los menús de degustación (aquí la gama de opciones se amplía considerablemente y los límites de precio son muy difusos, variando considerablemente en fechas señaladas).

Algunos restaurantes ofrecen menús del día con una variedad de platos para elegir (hasta 10 primeros y 10 segundos) que, en la práctica, llegan casi a constituir una opción de carta (existiendo también los menús de mediodía a precio cerrado).

Particularmente, pienso que en el nivel de los 9 -10 euros debería haber muchos sitios en Zaragoza en los que poder comer un menú del día casero y variado. La crisis económica que está golpeando tan duramente en muchos sectores de nuestra sociedad debería estimular (ya está comenzando a hacerlo) la creatividad, la competitividad y el ingenio de nuestros hosteleros. Si en Madrid o en Barcelona puede uno comer muy dignamente por 10 u 11 euros (en algunos restaurantes hay incluso un día en el que ofrecen comer por 1 o 2 euros y con eso han captado clientela fija), nuestra ciudad debería esforzarse en hacer lo mismo. Puede y debe hacerlo. Como siempre, los clientes y consumidores tenemos el poder de decidir cuando y dónde vamos a ir a disfrutar de una comida. Esa facultad de libre albedrío, el paso del tiempo y la evolución de las circunstancias sociales y económicas, pondrá en su justo lugar a todos los elementos de este conglomerado humano y gastronómico.

Algunos desaparecerán, otros se adaptarán, pero estoy convencido de que, el que lo haga bien, saldrá fortalecido y seguirá bañando sus platos con esa salsa que nunca sobra y con la que siempre se intenta alcanzar el sabor perfecto: la de la sabiduría.

PRESENTACIÓN

Este espacio gastronómico en Internet (elpaladarcritico) ha nacido y crece cada día con la intención de dar una opinión lo más profesional posible desde mis conocimientos y trayectoria en el terreno de la gastronomía. Siempre dentro de una crítica constructiva y centrada en las actividades y evoluciones de los restaurantes de Zaragoza e intentando seleccionar los más interesantes de la ciudad. Aunque se podrán comentar, en un momento dado, también restaurantes y platos de otros lugares y países. La finalidad es que el público encuentre una guía o fuente de información que le ayude a la hora de optar por un determinado tipo de cocina o de establecimiento y, al mismo tiempo, que dichos restaurantes encuentren una valoración crítica a sus elaboraciones. Espero que se constituya en una herramienta útil y del agrado de todos los lectores/as.
Desde aquí, un fuerte abrazo para todos/as y bienvenidos/as a los nuevos lectores que os incorporáis día tras día. Gracias a todos.